Una urgencia impostergable

Según el último informe del Estudio Nacional del Fenómeno El Niño (ENFEN), la probabilidad de que en el verano de 2024 se desarrolle un evento climatológico de fuerte intensidad ha ascendido alarmantemente. Dependiendo de su magnitud, esta situación provocará graves consecuencias en nuestro territorio y población. Por un lado, lluvias intensas que resultarán en inundaciones repentinas y deslizamientos de tierra. En segundo lugar, un fuerte impacto sobre la agricultura y la pesca que devendrá en escasez de alimentos. Y, finalmente, la contaminación de los suministros de agua potable, hecho que incrementará el riesgo de enfermedades como el cólera, el dengue y el zika.

​Acabamos de vivirlo a principios de año. El Niño Costero y el ciclón Yaku dejaron en nuestro país alrededor de 100 fallecidos y 65 mil damnificados, miles de viviendas, colegios, hospitales, carreteras, caminos rurales, puentes y redes de alcantarillado absolutamente destruidos, y perdidas económicas que podrían llegar hasta los S/ 2,600 millones. A ello hay que sumarle una de las peores epidemias de dengue de las últimas décadas, con 140 mil casos y más de 200 ciudadanos fallecidos. Ha sido un escenario devastador que pareciera decirnos que no supimos sacar verdaderas lecciones del fenómeno El Niño de 2017, un evento climatológico muy similar y relativamente reciente.

Con miras al verano 2024, quiero pensar que vamos por un camino distinto. Sabemos que amplios presupuestos se han asignado para la reconstrucción de las regiones más afectadas y para prepararnos frente a lo que inevitablemente viviremos en los siguientes meses. Desde el sector público, se han articulado acciones junto a los ministerios, los gobiernos regionales, provinciales y distritales, y algunas asociaciones civiles. El sector privado, asimismo, se ha hecho presente coordinando actividades con autoridades locales y comunales, manifestando propuestas concretas, y organizando planes de contingencia para poder continuar con sus negocios durante los meses más críticos. Incluso académicos especializados en el Fenómeno El Niño han empleado su experiencia para orientar a las autoridades respecto a qué hacer y cuáles asuntos priorizar.

​Y sin embargo también encontramos indicios de no estar tomando el asunto con la urgencia apropiada: distintos informes señalan que municipios, gobiernos regionales y ministerios no han ejecutado más del 30% del presupuesto destinado a proteger de las lluvias y huaicos a las regiones más afectadas; hasta el día de hoy, aguas residuales siguen aflorando en algunas zonas de Piura; solo siete de las diecinueve regiones afectadas han sido atendidas por las autoridades. Y la lista sigue.

Aun así, pienso que es importante mantener el optimismo. Estamos a tiempo de multiplicar los esfuerzos, acelerarlos y prevenir lo evitable. Asimismo, en este marco de acciones, debemos darle atención especial a quienes más lo necesitan. Por ejemplo, cerca de la tercera parte de las personas afectadas por el ciclón Yaku son menores de 18 años. Cientos de colegios del norte del país no han podido iniciar clases en todo el año debido a problemas infraestructurales. Por ello, entre las iniciativas que antes hemos mencionados, celebramos aquellas que están enfocadas en proteger específicamente a niñas, niños, adolescentes y mujeres. Sin duda, un evento climatológico como el que se avecina traerá graves consecuencias sobre todos los sectores demográficos, pero lo hará con mayor dureza sobre las poblaciones más vulnerables. Eso es un hecho.

A puertas del próximo verano 2024, si algo necesitamos, es que quienes toman las grandes decisiones en el Perú reconozcan la urgencia de atender a paso rápido las zonas que serán más afectadas y también a quienes hoy se encuentran más desprotegidos. Sacar aprendizajes de lo vivido este año, suplir los vacíos, revertir las negligencias y brindar una verdadera protección a nuestros ciudadanos es la única forma legítima de honrar la memoria de quienes ya no se encuentran más con nosotros. Hagamos lo necesario para que la tragedia no se repita.

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