Desigualdad de género

Según la encuesta ENDES 2020, el 54,8% de mujeres dijo haber sufrido alguna vez de violencia por parte de su esposo o compañero.

La desigualdad de género es un fenómeno complejo, multidimensional y multicausal que es importante entender para erradicarlo de nuestro país. Se presenta en el día a día de las mujeres, a través del acoso que experimentan, el maltrato que reciben al denunciar un acto de violencia; el esquema de nuestro sistema legislativo, judicial y ejecutivo; la designación de labores en los centros de trabajo; en el hogar, cuando se les pide dedicar más tiempo a las tareas domésticas, y finalmente, éste se completa cuando negamos el problema.

Según la encuesta ENDES 2020, el 54,8% de mujeres dijo haber sufrido alguna vez de violencia por parte de su esposo o compañero. La más frecuente es la psicológica o verbal (50,1%), seguida de la violencia física (27,1%) y la violencia sexual (6,0%). Por otro lado, la Enares 2019 del INEI señala que más de la mitad de la población considera que la mujer debe cumplir primero su rol de madre y esposa, y luego sus sueños; un tercio cree que, si ella es infiel, debe ser castigada por la pareja; y una proporción similar sostiene que, si se viste provocativamente, busca que la acosen. Pese a que la mayoría de estas cifras ha descendido levemente en los últimos años, aún seis de cada diez personas aceptan, toleran o justifican la violencia contra mujeres. Adicional a esto, la experiencia de cada mujer también puede estar marcada por factores adicionales, como el racismo o clasismo, que aumentan su situación de vulnerabilidad. 

 El recorrido laboral de hombres y mujeres puede representarse como una pista de carreras llena de obstáculos para las mujeres y un suelo liso para los varones. Sin embargo, aun cuando logran ocupar puestos similares, los hombres y a las mujeres tienen diferencias en la remuneración. Es lamentable comprobar que los indicadores laborales de las mujeres están por debajo de los de los hombres. De cada 100 hombres, 80 salen a trabajar o buscar trabajo, y de cada 100 mujeres, 64 lo hacen. De esas personas que trabajan, el salario mensual de los hombres es en promedio un 20 % superior al de las mujeres (OIT, 2018).  

 En nuestra sociedad, se espera un mayor ausentismo laboral de las mujeres, lo cual es un reflejo de las mayores responsabilidades domésticas y de cuidado que ellas tienen.  En promedio, los hogares peruanos necesitan poco más de 30 horas semanales de trabajo doméstico no delegable y no remunerado para su normal funcionamiento, pero 24 horas son desempeñadas por mujeres y solo seis por hombres (INEI, 2010). Sumado a esto, en el caso de mujeres que han sufrido violencia basada en género ejercida por la pareja, el 60 % reporta una reducción en su productividad laboral (Arteaga, 2016).  

 También, existen estereotipos que las propias mujeres han interiorizado y muchas veces las limitan en los espacios de trabajo. Por ejemplo, se tiene registro que en el Perú las mujeres piden salarios 7 % inferiores a los de sus pares hombres, pese a estar igualmente calificadas que ellos para las posiciones a las que postulan (Moreno et al., 2012). La lista de razones detrás de esta menor propensión a negociar puede ser amplia. Algunas de ellas son los estereotipos, valores, estándares y preferencias de los hombres y las mujeres. Así, por ejemplo, el 31 % de peruanos cree que las jefas mujeres son más emocionales al tomar decisiones que los hombres (Ipsos, 2018). 

 Las brechas salariales muchas veces son consecuencias de diferencias de género en las elecciones de carreras. En las carreras predominantemente masculinas STEM (ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas, por sus siglas en ingles), se exige un desarrollo de las habilidades matemáticas, que no se demanda en las carreras femeninas, mayormente ligadas al cuidado. Lamentablemente, en nuestro país, las diferencias de género en el desarrollo de habilidades matemáticas están entre las más grandes de las que se tienen datos, lo cual determina en gran parte el desempeño que tendrá la persona en el futuro.  

 En el Perú, las niñas y niños entran a la escuela con pocas diferencias en habilidades matemáticas, pero por alguna razón, al final de la vida escolar, estas son enormes. De acuerdo al Ministerio de Educación, estas brechas son casi inexistentes entre las y los de tercero de primaria, por lo que podemos concluir que las brechas no nacen, sino que se hacen.  

 Otra causa de las brechas de género que existen en la educación es la deserción escolar a raíz del embarazo adolescente. Según los registros del Ministerio de Salud del Perú, el número de partos en niñas menores de 15 años aumentó de 1,158 a 1,438 entre 2020 y 2021. Esto consecuentemente repercute en desventajas en torno a la inserción laboral y productiva, así como también las convierte en personas vulnerables a la pobreza y la violencia.

CARE Perú por la igualdad

CARE Perú: su trabajo por conseguir avances en el objetivo 5 de los ODS 

 El Objetivo de Desarrollo Sostenible (ODS) 5 de las Organización de las Naciones Unidas tiene como propósito promover en las mujeres y niñas la igualdad en el acceso a la educación y atención médica, en las oportunidades para conseguir un trabajo digno y en la representación en los procesos de adopción de decisiones políticas y económicas. 

 Para CARE Perú poner a las mujeres en el centro significa reconocer que la igualdad de género es fundamental para alcanzar la justicia social. Por esta razón, buscamos abordar la problemática desde la raíz para generar cambios sostenibles en la vida de las personas y las comunidades para las que trabajamos. La igualdad de género (ODS 5) se sitúa en el centro de nuestras ambiciones programáticas e impregna todo nuestro trabajo.   

 De esta manera, fortalecemos la agencia de las mujeres, abordando la asimetría de poder que tienen dentro de sus familias y comunidades, pero también transformando las prácticas discriminatorias, e incidiendo en políticas, normas y servicios que desafíen estas estructuras que las ponen en una situación de vulnerabilidad.

Reconocer la diversidad y trabajar un enfoque interseccional para CARE Perú es central, en la medida que reconoce las diferentes vivencias que tienen las mujeres como centro de nuestras intervenciones. Por ejemplo, las mujeres que viven con discapacidad no enfrentan los mismos desafíos ni retos que enfrentan otras mujeres, como las mujeres afrodescendientes, las mujeres amazónicas, entre otras, más aún cuando estas identidades se pueden incluso cruzar en poblaciones específicas.  

 Tener claridad sobre esa dimensionalidad de las identidades en las mujeres para las que trabajamos nos permite tener intervenciones de mayor impacto y, además, afianzar nuestros pilotos de intervención y escalarlos de manera más efectiva. Así lo menciona Susana Osorio, Jefa de Género y Cumplimiento en CARE Perú. 

 “En CARE Perú tenemos muchas experiencias sobre las que podemos construir ejemplos. Una de ellas es nuestro programa de Empoderamiento Económico de la Mujer, Seguridad Alimentaria y Nutrición. Inicialmente los marcos programáticos, abordaban únicamente el incremento de ingreso económico para las mujeres. Sin embargo, cuando levantamos diagnósticos participativos con ellas, en realidades de zonas periurbanas, pudimos reconocer que ellas se enfrentan a barreras diferentes y específicas”, señala la especialista. 

 Es así como desde CARE Perú construimos intervenciones más asertivas en cada región y con un nivel mayor de eficacia para todas las participantes, reconociendo la experiencia y la vivencia de las mujeres, en sus espacios territoriales y en sus múltiples dinámicas intergeneracionales.

Mujeres que hacen patria

Las niñas y mujeres son las protagonistas de cada intervención que ejecutamos a nivel nacional. Por ello, durante el mes patrio, destacamos las historias de mujeres que lideran emprendimientos que actualmente benefician a personas de toda su comunidad. Ellas han demostrado que con las oportunidades adecuadas y haciendo uso de la creatividad y una imparable fuerza por salir adelante, es posible lograr alcanzar cualquier meta.

Gloria Pilares Suyo es una lideresa cusqueña, artesana y empresaria. Desde el 2008, Gloria asume el liderazgo de la tienda solidaria Aynikusunchis del Grupo de Iniciativa de Economía Solidaria de la provincia de Canchis, Cusco. Como el nombre en quechua de la tienda lo indica “ayudándonos mutuamente” se trata de un espacio donde prima la reciprocidad, la resiliencia y el consumo responsable.  A esta iniciativa se encuentran asociadas 6 organizaciones de artesanas y artesanos, siendo en total 100 productoras y productores asociados a la tienda, siendo mayoritariamente mujeres. 

La tienda Aynikusunchis es un espacio solidario para la promoción y comercialización de productos en fibra de alpaca y lana de ovino, teñido naturalmente, así como productos naturales elaborados por las productoras y productores asociados. Como cuenta Gloria también es un espacio de encuentro, soporte y aprendizaje construido entre todas y todos. 

Conoce más de la historia de Gloria aquí 

Otra historia de superación es la de Marleny Saldaña. Ella nació en La Libertad, provincia de Santiago de Chuco y distrito de Cachicadán. Fue criada con mucho amor por sus padres, siendo ambos campesinos dedicados a la agricultura. Desde el colegio, Marleny siempre se esforzó en ser la mejor alumna, por lo que se graduó con el premio de excelencia a pesar de que tenía que caminar alrededor de tres horas al día para ir y volver de sus clases.

En búsqueda de mejores oportunidades, decidió migrar a Trujillo y crear su propia empresa llamada Melans Confecciones e Inversiones. Sin embargo, tras diferentes dificultades, en el 2012 su emprendimiento se declaró en bancarrota. Marleny enfrentó una crisis emocional tras ese suceso, ya que también tenía a una hija menor por quien debía trabajar para cuidarla. Tuvo que empezar desde cero y, después de un año, creó su nueva y actual empresa Inversiones Generales Jumarsa. A pesar de perder algunos clientes anteriores, Marleny siguió mejorando el proceso de producción y venta a través de la reubicación de su equipo de trabajo a un local más grande. 

Lee la historia completa de Marleny aquí 

La última historia la protagoniza Maria Ochoa, quien es una lideresa social, empresaria y criadora de porcinos del valle de Pachacamac. Ella empezó a vincularse con el equipo de CARE Perú a través de un proyecto pequeño donde participaron 10 mujeres de la zona. Esta iniciativa fue un piloto para el mejoramiento de las condiciones de sanidad en la crianza de cerdos, articulación comercial y organización de productores agropecuarios del valle.

Durante este proceso, ella fue elegida como la primera presidenta de la Asociación Cerditos Felices, jugando un rol importante entres sus compañeras y compañeros en la promoción de capacitaciones para la tecnificación y mejora de la calidad en sus procesos productivos. De esta forma, las mujeres de la asociación lograron incrementar sus ingresos económicos, aportando a mejorar la calidad de vida de sus familias. Al mismo tiempo, se redujeron los niveles de contaminación en la zona a través de la implementación de biodigestores para la producción de biol empleado en cultivos orgánicos. 

Descubre más de la historia de Maria aquí.

Vision al 2030

Es necesario actuar en múltiples frentes y con diferentes horizontes para cambiar comportamientos en el sistema educativo, el ámbito laboral y en los hogares. Además, es importante nivelar el terreno para compensar algunas de las desventajas que enfrentan las mujeres y las niñas, para así generar equidad. En ese sentido, como en diversos ámbitos de nuestras vidas, la tarea pendiente más grande es la cultural. 

En CARE Perú nuestro objetivo es lograr la justicia social a través de la igualdad de género, lo que implica mejorar el acceso a recursos y oportunidades para niñas y mujeres. Para ello continuaremos facilitando procesos de articulación y diálogo con los gobiernos locales y regionales, con ministerios, organizaciones sociales, el sector privado, la academia y la cooperación internacional para establecer los acuerdos necesarios que fomenten el cambio social y la búsqueda de soluciones sostenibles.   

Para el 2030, la visión de CARE Internacional es lograr que 50 millones de personas de todos los géneros disfruten de una mayor igualdad de género (particularmente, mediante la eliminación de la Violencia Basada en Género (VBG) y del fortalecimiento de la capacidad de expresión, el liderazgo y la educación de las niñas y mujeres). 

Reconocemos que el principal reto para involucrarse en la lucha de la igualdad de género en convertir el discurso en realidad, a través de acciones concretas y realizables, tanto en nuestra cultura organizacional y en nuestras intervenciones. Por ello, buscamos que las protagonistas del cambio sean las mujeres que viven en las comunidades para las que trabajamos, reconociendo sus voces y promoviendo su participación en el espacio público. 

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