Una catástrofe desigual 

Después de ser testigos de tantas tragedias a raíz de la llegada del ciclón Yaku, sumado a los últimos casos de violencia contra la mujer que se vivió en el país, no podemos permanecer indiferentes ante los varios peligros que las niñas, las adolescentes y las mujeres enfrentan a lo largo de su ciclo de vida. 

Quizás muchas personas se estén preguntando en este momento: ¿cuál es la relación entre el ciclón Yaku o los fenómenos naturales con la violencia que enfrentan las mujeres? Tras analizar el impacto de desastres naturales en 141 países entre 1981 y 2002, uno de los estudios más importantes acerca del tema encontró que, por lo general, estas catástrofes cobraban más vidas de mujeres que de hombres1. Los mismos resultados se repitieron durante la ola de calor que afectó Europa en 2003, el tsunami de Sri Lanka en 2004, el huracán Katrina de 20052 y la mayoría de desastres registrados desde esa fecha. 

Lo más escalofriante: las mujeres corrían mayor riesgo, no solo durante las catástrofes, sino también en las horas y días posteriores, cuando las probabilidades de sufrir violencia sexual o doméstica aumentaban3.  

Lo vimos en un caso reciente: a través de un noticiero, una estudiante proporcionó su número telefónico para solicitar ayuda económica después de que un huaico sepultara su casa. Triste sorpresa enterarnos, días después, de que ahora un sujeto la acosaba por mensajes de texto, pidiéndole fotos íntimas a cambio de dinero. 

¿Qué sucede? A grandes rasgos, las normas culturales de lo que significa ser mujer han acabado por colocar a esta población en una posición de severa vulnerabilidad frente a distintas problemáticas; entre ellas, los desastres naturales.  

Eso no es todo, en los últimos días hemos leído titulares como: “El feminicidio de una joven de 18 años que fue quemada viva”, “Una niña de 11 años atacada en la cabeza con dos armas punzocortantes por resistirse a una presunta agresión sexual”, “Mujer quemada y otra violada”, “Se incrementa ola de violencia en Perú”, entre otras. La violencia de género en el Perú ha alcanzado niveles alarmantes de crueldad y de normalidad. No podemos permitir, ni tolerar más estas abominaciones.  

Tenemos que frenar esta situación, y tenemos que saber, que, para lograrlo, necesitamos el compromiso y trabajo de todos los actores: Estado, sector privado y público, sociedad civil, todos. Desde CARE Perú, enfocamos nuestras intervenciones en las niñas y mujeres, pues sabemos que son dos de los eslabones más sensibles en la búsqueda de igualdad y justicia social. 

Marzo fue el Mes de la Mujer, y lamentablemente, hemos sumado más víctimas de feminicidio. Pero quisiera aprovechar este espacio para poner sobre la mesa tres pendientes importantes que nos acercarán a la equidad de género que tanto anhelamos. Debemos fortalecer el sistema de justicia especializado para prevenir, sancionar y proteger a las víctimas de violencia basada en género; debemos asegurar la implementación del currículo educativo con enfoque de género, con énfasis en Educación Sexual Integral; y debemos Implementar el Sistema integral de cuidado. El cambio tiene que empezar hoy. 

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