La Encantada es un pueblo que esconde muchas historias entre sus calles. Leyendas y mitos sobre seres sobrenaturales y lagunas encantadas; así como tradiciones de artesanos que con sus cerámicas volvieron al pueblo un gran atractivo turístico en la ciudad de Chulucanas en Piura.
Uno de los más representativos fue Max Inga, quien enseñó a los pobladores las técnicas artesanales de la cerámica y formó una escuela en la comunidad. El artesano dejó su legado a su familia e inspiró a su hija Andrea a convertirse en ceramista.
Cuando era niña, Andrea veía a su padre formando a las vecinas y vecinos con diferentes técnicas en su casa, mientras ella exploraba el arte y jugaba con la arcilla. Ella recuerda: “Mi papá nunca les cobró un sol por enseñarles. Fueron descubriendo técnicas ancestrales como pulido, tallado y ahumado.”
Pasaron los años y cada vez se interesaba más por el arte. Cuando su padre falleció, su mamá quedó a cargo del taller y ella empezó a hacer diseños para las piezas, porque le gustaba dibujar. Instruida por su madre, decoraban y tallaban las artesanías que exhibían en el local.
Pero con el tiempo, las ventas empezaron a decaer y otras actividades comerciales se impusieron en la zona. “Estábamos teniendo un bajo en el taller. Yo quería ver la forma en que mi cerámica pueda resurgir y continuar lo que inició mi padre. Yo quiero que se preserve la artesanía”, comenta la joven de 29 años.
En medio de la preocupación, recibieron una llamada de la asociación ‘Mujeres Artesanas Hacia el Mundo’ y encontraron nuevas posibilidades para su negocio. Las mujeres de la asociación eran parte del proyecto Llevando a Escala el Desarrollo de las Empresas para el Empoderamiento de las Mujeres y recibían capacitaciones para lograr su empoderamiento económico.
“Las charlas nos motivaban para hacer valer nuestro trabajo. Aquí las mujeres siempre han hecho cerámica, pero no estaban al mismo nivel que sus esposos. Entonces comenzamos a salir a ferias. Había señoras que nunca habían salido del pueblo y ahora generaban un ingreso para la familia”, menciona
Unidas a la asociación de mujeres, el taller de Andrea y su familia empezó a tener mayor exposición al público y aumentaron sus ventas. “CARE nos proporcionó el fondo semilla para alquilar una galería y exponer nuestras piezas de cerámica y también de otras mujeres”, relata la artesana.
El sueño de Andrea es poder tener una galería propia y ampliar su taller para brindar más oportunidades de empleo a otras mujeres artesanas. Espera que las mujeres de su comunidad realcen y valoren lo que ellas producen.
“Soy ceramista, con mi trabajo busco que todos conozcan la cultura de mi país. Comparto todo lo que aprendo y descubro a otras mujeres artesanas de mi comunidad para que ellas también encuentren más oportunidades para salir adelante”, finaliza.
CARE Perú trabaja por la igualdad por las niñas, adolescentes y mujeres. El proyecto Niñas con Oportunidades permite que las estudiantes accedan a una educación integral y decidir sobre qué quieren hacer en el futuro. Súmate a nosotros y ayúdanos a seguir construyendo un país con igualdad con oportunidades 👉🏽 https://bit.ly/2WKPnp5