‘ELLA ALIMENTA AL MUNDO’: HISTORIAS DE EMPRENDEDORAS EN TIEMPOS DE COVID-19

La COVID-19 ha ocasionado cambios en las economías a nivel mundial, perjudicando a muchas personas emprendedoras que buscaban salir adelante con sus emprendimientos. Esto, sumado a la desigualdad que enfrentan las mujeres, quienes representan el 43% de la fuerza agrícola de los países en desarrollo, según la FAO, ha generado que muchas de ellas tengan dificultades para sobreponerse a los desafíos generados por la pandemia.

En ese sentido, el proyecto ‘Ella Alimenta al Mundo’, que integra los componentes de la seguridad alimentaria y nutricional, busca facilitar el acceso de productoras de pequeña escala a estos recursos productivos promoviendo su inserción al mercado a través de actividades agrícolas sustentables que contribuyen al empoderamiento económico de la mujer. Este proyecto que forma parte de un programa global liderado por CARE Perú en alianza con la fundación PepsiCo, proyecta alcanzar a más de 400 mil participantes.

En su implementación las pequeñas productoras agrícolas han aprovechado los nuevos conocimientos y las habilidades adquiridas en el proyecto ‘Ella Alimenta al Mundo’ para sobreponerse a los desafíos de la pandemia, reinventarse y adaptar sus negocios a las nuevas necesidades. A un año de ejecución del proyecto, encontramos muchos casos de productoras que vienen mejorando sus capacidades productivas y habilidades comerciales.

Hoy, te contamos tres historias de mujeres que aprovecharon los recursos técnicos y el entrenamiento brindado, para sacar a esa emprendedora que llevaban dentro.

Una de las lideresas de ‘Ella Alimenta al Mundo’ en Ica, es Liduvina Rupire. Ella empezó con una pequeña producción de hortalizas con el fin de obtener ingresos económicos para su hogar.

A raíz de la cuarentena, Liduvina, con mucho esfuerzo, gracias a las capacitaciones en buenas prácticas agrícolas y al uso del sistema de riego tecnificado que implementó con el apoyo de CARE Perú, pudo generar producción suficiente para alimentar a su familia e incrementar los ingresos de su negocio. Esto, lo consiguió a través de la venta localizada de sus productos en su comunidad, ayudando a que muchas otras familias puedan comprarle de forma segura y minimizando los riesgos de contagio.

“Sin duda ha sido de gran ayuda para todos nosotros. La venta de hortalizas ha permitido un ingreso económico para nuestras familias, pero lo importante es nuestra alimentación. Actualmente, vendemos nuestras verduras a través de un grupo de WhatsApp, donde tenemos a nuestros clientes agregados, y les llevamos los pedidos sin necesidad de que ellos (clientes) abandonen sus casa”, menciona.

La segunda historia nos traslada a la zona de Manchay Bajo en el distrito de Pachacamac, considerado como el último valle verde en Lima, la localidad se caracteriza por sus lomas y su variedad de flora y fauna. En esta zona turística, Brígida Arévalo ha iniciado su camino como emprendedora. Las capacitaciones virtuales recibidas durante el aislamiento social obligatorio, la han motivado a iniciar la producción de fresas y la crianza de cuyes, productos bandera de Manchay Bajo.

El espíritu emprendedor de Brígida le ha permitido incrementar la venta de sus productos, ya que se ha sentido más preparada gracias a la formación técnica en cuanto a control de plagas, manejo de la bioseguridad en sus procesos productivos y en técnicas de venta y comercialización, además de sentirse contenta por el lote de semillas mejoradas que recibió a través del proyecto.

“Me siento bien, agradecida y satisfecha. Ahora tengo una mejor visión de las cosas que quiero hacer en el futuro. No me quiero estancar, quiero seguir creciendo con mi emprendimiento y que junto a mi familia podamos salir adelante”, señala.

La última historia de emprendimiento la protagoniza Juana López, la emprendedora del pueblo de Nueva Esperanza en el sector Cieneguillo Central de Piura. Juana ha demostrado su determinación y fortaleza, liderando la actividad de huertos verticales que ejecuta ‘Ella Alimenta al Mundo’ en su localidad.

Antes de participar del proyecto, Juana solo se dedicaba a las labores del hogar; sin embargo, las capacitaciones sobre producción de almácigos y siembra de semillas despertaron su interés y, luego de una primera siembra fallida, aprendió cómo hacer que los productos que sembraba tengan mejor calidad y estén aptos para la venta.

La pandemia de la COVID-19 encontró a Juana sin recursos económicos para comprar comida, pero con muchas ganas de progresar. Por ello, aplicó lo aprendido en las capacitaciones y comenzó a cosechar y plantar productos para su subsistencia y para la venta.

Una mujer con un puente al fondoDescripción generada automáticamente

“Cuando empezó la pandemia no tenía dinero para comprar comida y gracias a lo que aprendí con el proyecto ‘Ella Alimenta al Mundo’, pude alimentarme de lo que sembré. Usé toda esa comida para enfrentar la pandemia y ya comencé a vender algunos productos, como calabaza orgánica, a mis vecinos”, relata.

Ahora, además de alimentarse de sus propios productos, Juana ha generado un pequeño emprendimiento de venta de productos orgánicos, que tiene como principales clientes a sus vecinos, generando así, un ingreso económico que le permite sostener a su familia.

CARE Perú continuará desarrollando iniciativas para mejorar la seguridad alimentaria de las familias en situación de vulnerabilidad y promover los emprendimientos de mujeres productoras de pequeña escala en nuestro país.

Los invitamos a conocer más sobre el conversatorio “Mujeres Emprendedoras” aquí:

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