Mujeres emprendedoras

La violencia en términos económicos se traduce en pérdida de ingresos de las mujeres, la disminución de la productividad y sus impactos negativos en la formación de capital humano futuro.

La violencia de género contra las mujeres es un problema global aún prevalente. Los impactos de la violencia son diversos y afectan negativamente el desarrollo humano, social y económico debido a sus altos costos, tanto sociales como económicos.  

La violencia en términos económicos se traduce en pérdida de ingresos de las mujeres, la disminución de la productividad y sus impactos negativos en la formación de capital humano futuro. En el largo plazo, estos impactos se traducen en la reducción del número de mujeres en la fuerza laboral, minimiza la adquisición de competencias y la educación de las mujeres, y resulta en una inversión pública menor, ya que se dedican más recursos públicos a servicios sanitarios y judiciales. 

Las mujeres enfrentan mayores dificultades para acceder y permanecer en el mercado laboral, así como para obtener recursos. En el Perú, 36% de las mujeres no cuentan con ingresos propios, frente a un 19.7% en los hombres. Asimismo, en dicho periodo la tasa de participación de las mujeres en el mercado de trabajo fue de 55%, mientras que la de los hombres fue de 76.2%  (INEI, 2020).  

Otro gran problema que enfrenta nuestra sociedad es la tolerancia frente a la violencia contra las mujeres.

La evidencia muestra que cuando las mujeres cuentan con mayores grados de autonomía económica, sus familias son más saludables, más niños/as van a la escuela, la productividad mejora y los ingresos aumentan. También se ha hecho evidente que el empoderamiento económico de las mujeres reduce indirectamente los casos de violencia de género en todo el mundo. Por lo tanto, promover el empoderamiento económico de las mujeres implica intervenciones amplias, que levanten un análisis fino de las barreras específicas que enfrentan las mujeres en los ecosistemas empresariales, como de las dinámicas de poder de las mujeres al interior de sus hogares y comunidades. 

 Reconocemos que empoderar económicamente a las mujeres implica desafiar y alterar las normas y percepciones sociales en torno al papel productivo de las mujeres, como por ejemplo, cambiar el poder de negociación en torno a las decisiones económicas del hogar como resultado de que las mujeres tengan una fuente de ingresos independiente. Aunque se crea que esto puede aumentar el riesgo de violencia de género, por el contrario, lograr mayores niveles de empoderamiento económico puede reducir el riesgo de violencia o brindar a las mujeres un medio para escapar de la violencia. 

El logro de la autonomía económica de las mujeres es por tanto una estrategia fundamental (aunque no única) para prevenir o salir de círculos de violencia y avanzar hacia la igualdad. 

Nuestras intervenciones, por tanto, se basan en una comprensión específica del contexto para los/as miembros de la familia y la comunidad del grupo de impacto y su potencial riesgo de violencia de género, con el fin de comprender y tomar medidas para minimizarlo.  

Dentro de las acciones preventivas a la violencia, integramos estrategias de corresponsabilidad del trabajo doméstico y de cuidados, visibilizamos el aporte de la mujer al desarrollo, y desafiamos los estereotipos y roles tradicionales de género. 

“Desde CARE Perú, a través de la Gerencia de Empoderamiento Económico de la Mujer, Seguridad Alimentaria y Nutrición, estamos comprometidos a trabajar de la mano con las mujeres para mejorar sus vidas, la de sus familias y comunidades. Contribuimos a la construcción de una sociedad más justa, a través de intervenciones programáticas con enfoque transformador hacia la igualdad de oportunidades para todas las personas, en especial las que se encuentran en una situación de mayor vulnerabilidad” Susana Osorio, Jefa de Género y Cumplimiento de CARE Perú.   

 La violencia contra las mujeres es una realidad dolorosa, pero es importante colocar en el debate público y contribuir desde nuestros espacios a prevenir y atender de manera responsable esta problemática.

Mujeres trabajadoras del hogar

El trabajo doméstico remunerado es una ocupación predominantemente femenina, muchas son mujeres indígenas y afrodescendientes, quienes viven bordeando la línea de pobreza y con pocas oportunidades de acceder a educación de calidad. La mayoría de las trabajadoras del hogar en el Perú se encuentran en una situación laboral informal (sin contrato de trabajo), con largas jornadas laborales y con un salario por debajo de la Remuneración Mínima Vital. Solo en Lima, existen más de 300,000 trabajadoras del hogar expuestas a sufrir abuso, explotación, incumplimiento de sus derechos y violencia.

Por su propia naturaleza, el trabajo doméstico remunerado se realiza al interior de un hogar (espacio privado) lo que implica niveles de aislamiento y alejamiento del ojo público. Esta es una condición que puede incrementar el riesgo frente a la violencia y el hostigamiento sexual que viven muchas trabajadoras del hogar en sus centros de labores.   

A la desigualdad de poder frecuente en las relaciones laborales, se suma la persistencia de prejuicios y conductas sexistas y discriminatorias que perjudican a las trabajadoras del hogar. Ante ello, se debe considerar que la discriminación es una forma de violencia y que el trabajo del hogar es una de las ocupaciones con mayor riesgo de violencia y hostigamiento sexual, especialmente en la modalidad de trabajo con residencia en el hogar, es decir cuando el lugar de trabajo y de residencia son el mismo (MTPE, 2022).  

Asimismo, es importante anotar que las violencias no sólo ocurren dentro de los centros laborales de las trabajadoras del hogar, que son las casas de la/os empleadores, sino también, ocurren en los trayectos entre el domicilio y el lugar de trabajo, tal y como se refiere en el Convenio OIT 190 sobre la violencia y el acoso, ratificado por el Perú en enero de 2022. Para una trabajadora del hogar los trayectos diarios entre su casa y el lugar de trabajo pueden durar entre 2 y 6 horas al día, haciendo uso frecuente de diversas formas de transporte público urbano y, por ende, están particularmente expuestas a violencias físicas, psicológicas y sexuales, expresándose en eventos racistas y acoso sexual en espacios públicos. Además, el alto costo en transporte significa, muchas veces, el 30% de su remuneración mensual y, la mayor inversión en el uso de tiempo, siendo una problemática pocas veces evaluadas.

Desde CARE Perú, delineamos acciones y soluciones para asegurar el bienestar integral de las mujeres trabajadoras del hogar. En ese sentido, nos comprometemos a: implementar el Convenio OIT 189, sobre trabajadores y trabajadoras domésticas, así como el Convenio OIT 190 sobre la violencia y el acoso a través de acciones articuladas con nuestras socias trabajadoras del hogar, sector público y alianzas estratégicas con el sector privado y organizaciones internacionales. Asimismo, aseguramos el cumplimiento de la Ley 31047, Ley de trabajadores y trabajadoras del hogar, así como su reglamento y otros instrumentos normativos.   

De igual manera, reconocemos la importancia social y económica del trabajo doméstico no remunerado y remunerado realizado por las trabajadoras del hogar, valoramos el trabajo que realizan para el sostenimiento de la vida y la economía de los hogares y la sociedad, y finalmente, fortalecemos el alcance de agrupaciones, sindicatos y federaciones de trabajadoras y trabajadores del hogar.

El proyecto VALORA, ejecutado por CARE Perú en alianza con Cummins, busca el fortalecimiento del movimiento de trabajadoras del hogar a través del aprendizaje y la tecnología. El proyecto es parte de una estrategia regional implementada en otros 3 países tales como, Brasil, Colombia y México, con el objetivo de superar la separación y el aislamiento agravado por la COVID-19.   

 VALORA tiene como producto final el diseño participativo de una aplicación móvil gratuita con contenidos útiles sobre legislación nacional, relacionada a derechos laborales de trabajadoras del hogar, incluyendo calculadoras salariales, entre otras herramientas digitales. Además, incluye información sobre violencias de género y cómo denunciarlas.   

 De esta manera, buscamos obtener una herramienta para el cumplimiento de sus derechos laborales y empoderamiento, fortaleciendo capacidades de las organizaciones de trabajadoras del hogar con el objetivo de defender sus derechos y establecer diálogos de colaboración con instituciones públicas.  

“El proyecto VALORA se constituye como una herramienta para promover espacios de confluencia entre diversas organizaciones de trabajadoras del hogar con el objetivo de coadyuvar en la implementación de normativa nacional e internacional que fortalezca el movimiento de trabajadoras del hogar en el Perú para la defensa de sus derechos. Buscamos a través del aprendizaje y la tecnología ser un canal de conocimiento e información sobre los derechos de las trabajadoras del hogar y fortalecimiento de sus organizaciones.” Mariela Belleza, Jefa del Proyecto Valora en CARE Perú.

De igual manera, reconocemos la importancia social y económica del trabajo doméstico no remunerado y remunerado realizado por las trabajadoras del hogar, valoramos el trabajo que realizan para el sostenimiento de la vida y la economía de los hogares y la sociedad, y finalmente, fortalecemos el alcance de agrupaciones, sindicatos y federaciones de trabajadoras y trabajadores del hogar.

Existen tareas pendientes sobre este problema, entre ellas, trabajar en el fortalecimiento de las instituciones públicas y privadas a cargo de dar respuesta a una denuncia de acoso y violencia laboral, y en su articulación con las acciones de las diferentes instituciones que forman parte del Sistema Nacional para la Prevención, Sanción y Erradicación de la Violencia contra las Mujeres.

Mujeres migrantes y refugiadas

En el Perú, la violencia basada en género es una problemática que afecta de manera diferenciada y desproporcionada a las mujeres en todo el país; sin embargo, se torna más complejo en aquellas mujeres que enfrentan factores simultáneos de discriminación.    

Es el caso de las mujeres, jóvenes y niñas migrantes/refugiadas de nacionalidad venezolana que viven en el Perú, quienes atraviesan diversas formas de discriminación por su condición de extranjeras y mujeres, y además se ven expuestas a actos de violencia basada en género, tales como la violencia de pareja, la hipersexualización, la trata de personas y la explotación sexual.  

El reducido número de casos de atención se debería, en parte, a que las mujeres migrantes y refugiadas, que atraviesan hechos de violencia, desconocen los servicios de protección y los derechos que las asisten. De hecho, uno de los factores que las impide denunciar es el temor de ser expulsadas por no contar con documentación que avale su ingreso y/o estadía regular en el territorio nacional. Según el Programa Nacional AURORA, más de la mitad de las mujeres migrantes que acudieron al CEM no tenían carnet de extranjería (56.1 %).  

Lamentablemente, aquellas que se deciden a demandar, muchas veces enfrentan barreras y una débil capacidad de respuesta por parte del sistema especializado de justicia ante casos de violencia de género contra víctimas migrantes.  

“En muchos casos, las mujeres migrantes y refugiadas víctimas de violencia tienen temor de denunciar porque piensan que su calidad migratoria irregular puede ocasionar una deportación”, explica Stefani Céspedes, especialista en Protección del proyecto Fronteras Invisibles.  

La evidencia señala que las variables de género, nacionalidad, indocumentación y desconocimiento de los servicios de protección generan un contexto de alta vulnerabilidad para las mujeres migrantes y refugiadas, limitando su protección y el ejercicio de sus derechos, así como la inclusión en igualdad de condiciones con sus pares peruanas. 

Desde CARE Perú, creemos que lograr la igualdad de género y reducir la violencia de género que enfrentan las mujeres migrantes y refugiadas requiere cambios en todas las áreas de su vida; esto significa no solo trabajar con mujeres y niñas, sino también comprometerse con todos los que las rodean, desde las familias hasta las comunidades y los gobiernos. Es importante que podamos cambiar las relaciones de poder y transformar las estructuras. 

Por ello, buscamos identificar y comprender a los diversos grupos de mujeres y niñas en función de su contexto y diseñar programas basados en la comprensión de sus necesidades específicas. A fin de garantizar la atención de las personas más vulnerables en situaciones de crisis humanitarias, CARE Perú adopta un enfoque interseccional para abordar la violencia de género. Trabajamos en estrecha colaboración con mujeres y niñas afectadas por crisis y sus organizaciones para garantizar que nuestros esfuerzos estén guiados por las voces de las mujeres y niñas de la comunidad. Nuestro objetivo es fortalecer su capacidad para liderar las actividades de respuesta y prevención de la violencia basada en género.   

También nos asociamos con quienes brindan servicios, ya sean instituciones gubernamentales, organizaciones sociales, ONG, agencias de las Naciones Unidas y organizaciones del sector privado para garantizar que los servicios satisfagan las necesidades de las mujeres y las niñas.   

Por ejemplo, el proyecto Alma Llanera por medio de un trabajo articulado con el Centro de Emergencia Mujer (CEM) pudo implementar el primer “Poliwawa” en la región de Tumbes. Este espacio cumple con el propósito de brindar un espacio seguro y armonioso a niñas y niños que se encuentran con sus madres al momento de realizar las denuncias por Violencia basada en género. Asimismo, el proyecto, teniendo en cuenta el contexto electoral, realizó un trabajo articulado entre las instituciones del Estado, organizaciones no gubernamentales y agrupaciones de la sociedad civil, para fortalecer el rol político de las mujeres para que sus voces sean escuchadas en los espacios de toma de decisiones a nivel regional, provincial y local para lograr la igualdad de oportunidades.  

Tanto el proyecto Alma Llanera, como Fronteras Invisibles, implementados por CARE Perú, promueven el empoderamiento económico de las mujeres a través de medios de vida e intervenciones generadoras de ingresos para romper con el ciclo de la violencia por dependencia económica. Asimismo, promueven la atención en salud mental, un tema de crucial importancia para esta población.

Desde CARE Perú, nuestra propuesta también es involucrar a hombres y niños para desafiar las prácticas de género discriminatorias, transformar las normas sociales dañinas, promover masculinidades positivas, iniciar el diálogo y enseñar estrategias de resolución de conflictos sin violencia.   

En el 2022, se llevó a cabo la campaña “Date cuenta: Sin fronteras, sin machismos” que tuvo como objetivo sensibilizar sobre los comportamientos e impacto de la violencia basada en género, así como promover las masculinidades libres de violencia en los hombres y sus relaciones.

“Las mujeres son más vulnerables debido a su condición de género y roles adscritos, a lo que se suma la migración forzada que acentúa las desigualdades. Estos hechos obligan a las mujeres a sobrellevar procesos emocionales difíciles en solitario y enfrentando mayores riesgos de violencia sexual, laboral, así como a ser víctimas del chantaje sexual.” Lucy Harman, Gerenta de Gestión de Riesgos de Desastres y Respuestas a Emergencias de CARE Perú. 

Por este motivo, desde CARE Perú reafirmamos nuestro compromiso de continuar trabajando nuestras intervenciones dirigidas a promover los servicios de protección, de salud y salud mental, así como la generación de medios de vida para contribuir a que ninguna mujer se quede atrás, y que las refugiadas y migrantes tengan igualdad de oportunidades y derechos.

Niñas y adolescentes

La violencia contra las mujeres en su diversidad ocurre en el transcurso de toda su vida. Sin embargo, la intersección de las variables género y edad hace a las niñas y adolescentes particularmente vulnerables a diversas formas de violencia y discriminación.  

Ellas pueden enfrentarse a situaciones de violencia de género, tales como violencia sexual, trata de personas con fines de explotación sexual, acoso en espacios públicos, violencia en el enamoramiento, violencia simbólica, matrimonio infantil precoz y forzado, e incluso ser víctimas de feminicidio.

La violencia que más se cierne sobre las niñas y adolescentes es la violencia sexual. Durante el 2021, 4 niñas se convierten en madres al día en el Perú, de acuerdo con el Registro de Nacidos Vivos del Ministerio de Salud. Además de afrontar embarazos adolescentes, niñas y adolescentes pueden adquirir infecciones de transmisión sexual, acceso restringido a una educación integral de la sexualidad y a servicios adecuados de salud sexual y reproductiva. La realidad en aún más severa en las zonas rurales, donde la tasa de embarazo adolescente alcanza el 12.4% y el acceso a los servicios de salud, orientación y consejería resultan escasos.  

Asimismo, el embarazo a temprana edad tiene un impacto en el ejercicio del derecho a la educación y al proyecto o plan de vida, ya que genera deserción escolar. 4 de cada 10 adolescentes que abandonaron la escuela lo hicieron debido a un embarazo (UNFPA, 2018). Diversos estudios han comprobado que este tipo de violencia deteriora profundamente el bienestar físico, sexual, reproductivo, psíquico y mental de las niñas y adolescentes víctimas. 

Si bien la violencia contra las mujeres y las niñas se reconoce como una violación de sus derechos humanos y como parte de un sistema amplio de discriminación de género, los esfuerzo de combatirla, se han centrado en promover la denuncia y fortalecer los servicios de atención y acompañamiento a víctimas y sobrevivientes. Desde un enfoque preventivo, las acciones para contrarrestar la violencia implican abordar sus orígenes y causas estructurales, las mismas que se encuentran arraigadas como las de discriminación contra las mujeres y las niñas, y las relaciones de poder históricamente desiguales de género.  

La educación, por lo tanto, es clave para enfrentar el desafío de cambiar estas estructuras y abrir oportunidades para la transformación hacia la igualdad y la justicia social. Es así que, CARE Perú, a través de la Gerencia de Inclusión Social, Educación y Salud, implementa el proyecto Decido Sin Roche, el cual busca fortalecer el ejercicio de los derechos sexuales y reproductivos de 200 niñas y adolescentes, entre los 10 y 19 años del centro poblado Yapatera en el distrito de Chulucanas, Piura. La intervención se realiza a través de las estrategias de Educación Sexual Integral (ESI) dentro y fuera de la escuela; así como del empoderamiento de niñas y adolescentes.  El proyecto es financiado por UNFPA y no solo trabaja con niñas y adolescente; también involucra a personal directivo, padres y madres de familia y a todo aquel que forme parte de la comunidad. 

Las niñas y adolescentes necesitan una base de conocimientos, habilidades y experiencias que las preparen para tomar el control de sus vidas. La combinación de educación y desarrollo de liderazgo puede ayudar a que las niñas logren articular mejor sus necesidades, identificar y abordar problemas, tomar decisiones y, en general, dar forma a su futuro. 

“El derecho a la educación debe ser ejercido por todas las personas sin discriminación y debe contribuir a su desarrollo pleno, por ello es importante romper con estereotipos de género desde temprana edad”. Diana Prudencio Gamio, Gerente Inclusión Social, Educación y Salud de CARE Perú.

En el marco de los desafíos planteados para la educación secundaria de las niñas y adolescentes, CARE Perú diseñó el proyecto Niñas con Oportunidades (NCO), que tiene como propósito contribuir a que mujeres adolescentes de ámbitos rurales o vulnerables del país incrementen su bienestar integral y continúen sus trayectorias formativo – laborales en un contexto educativo y comunitario de igualdad.  

El proyecto se ejecuta a través de la implementación de programas formativos semipresenciales dirigidos a los distintos actores del programa. Además de trabajar con las estudiantes mujeres, también trabaja de forma articulada con toda la comunidad educativa, promoviendo, desde distintos frentes, la conformación de una escuela y comunidad que promueven la equidad de género y las trayectorias formativo-laborales.

“Desde Niñas Con Oportunidades y CARE Perú, se debe seguir trabajando para que las estudiantes puedan crecer en un país con igualdad de oportunidades para que ellas puedan ser lo que quieran ser. Iniciativas y proyectos como estos son esenciales para poder generar un verdadero –y significativo– cambio para asegurar y garantizar las oportunidades de y para las y los estudiantes del Perú.” Karina Pineda, Jefa de proyecto “Niñas con Oportunidades” de CARE Perú.    

Abordar la violencia de género sigue siendo crucial para las mujeres y las niñas de todo el mundo. Desde CARE Perú, buscamos asegurar que las niñas tengan oportunidades significativas para participar en el liderazgo y la toma de decisiones en torno al diseño y la implementación de programas y políticas sobre violencia de género. Asimismo, reconocemos que los hombres y niños son actores claves para la transformación y aliados para la igualdad de género. 

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